El Diluvio
Conocido por tomar y alabado por devastar, el Homo Sapiens originalmente habitaba en el continente afroasiático pero se sintió en la necesidad de moverse y explorar para encontrar más objetivos de caza. Este viaje los trajo a Australia, donde se empezó con una inmensa catástrofe ecológica, en la que extinguieron especies como canguros, diprotodones, etc… Por milenios el Sapiens se ha caracterizado por ser un mecanismo de antibiosis porque este ve a todo lo demás como bacterias, es decir como seres inferiores, por lo cual se siente empoderado a explotarlos y cazarlos sin ningún tipo de consideración, ni siquiera haciéndolo para sobrevivir, sino para tener asegurado un pequeño excedente que a la larga se dañaría.
Al ser tan megalómano y codicioso Australia no fue suficiente para el humano, por lo cual se movió hacia América por el Estrecho de Bering para buscar animales de mayor contenido proteico, pero esta simplemente fue la premisa utilizada para guiar a otra catástrofe ecológica, es cierto que para el tiempo el ser humano no tenía la capacidad de razonar y reflexionar, pero eso no lo exonera del hecho de que acabó con muchísimas especies. Un grupo especula que el Homo Sapiens no debe ser enfocado como el antagonista en este caso, sino que las condiciones climáticas se presentan como los principales antagonistas, pero es un poco irreal pensar que un poco de sol y calor mataría especies tan fuertes y adaptables.
Esto se nos presenta como evidencia suficiente de que el ser humano no se merece todo lo que la naturaleza nos ofrece, ya que no sabemos apreciarlo ni manejarlo, pareciese que este carácter mal agradecido y derrochador fuese un patrón genético heredado que ha pasado de generación en generación durante miles de años. Por lo cual, resulta imperioso para el humano actual abandonar estas prácticas tan poco éticas y conscientes, por lo que “ipso facto” debemos de realizar un cambio, por nuestro bien y por el mantenimiento de nuestro planeta.
JUAN CARLOS GARCÍA JOA
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